Algo que me ha mantenido en constante conflicto, es esto de tener que asignar una calificación a una persona (sea un niño, joven o adulto), simplemente es algo que como docente no me puedo permitir hacer. La razón es muy simple ¿Cómo puede evaluarse de manera cuantitativa un hecho cualitativo? Y cuál es ese hecho... ¡El aprendizaje!
Recién me invitaron a impartir un taller para docentes de universidad, en el que se busca aprender a evaluar por el modelo de competencias. Desde un inicio empecé a hacerme distintas preguntas sobre esto que llamamos competencias, una de ellas es el hecho de cómo es posible garantizar se generé una competencia en tan poco tiempo (4 meses)...¿A caso eso es posible? Es difícil determinar el momento en el que un estudiante hará "clic". Como bien lo decía Steve Jobs "las conexiones las hacemos hacia atrás, no hacia adelante". No sabemos realmente en qué momento servirá aquello que hemos aprendido y cuándo le daremos utilidad, pues es hasta ese preciso instante que se logra desarrollar la competencia. Cuántas veces nos ha ocurrido que de pronto decimos "Oh ya... Ahora ya entiendo a qué se refería fulanito con esto"... Y a veces han pasado años desde que lo "aprendimos" hasta que lo asimilamos o lo interiorizamos.
Como docentes resulta difícil crea rubricas de evaluación en un modelo por competencias ¿por qué? pues debido a que hablamos de un sistema abierto del aprendizaje (que si nos ponemos a analizar a profundidad no es más que retomar lo que se ha venido diciendo por décadas sobre lo que debe ser la educación en las aulas), no podemos seguir evaluando con métodos arcaicos de la educación tradicionalista. En una ocasión, una docente me hizo una observación sobre lo que ella consideraba era conductista (una persona frente a un grupo indicando cómo debiera realizarse cierta actividad o procedimiento), no quise en ese momento continuar la discusión, pero qué más conductista puede ser la acción de "Si haces esto vas a tener un punto y si haces esto otro tendrás un 10... Si no llegas temprano no tienes derecho a un examen... Si no pasas este examen vas a reprobar y tendrás que re cursar la materia/año escolar". Se piensa que el conductismo sólo es visible en la didáctica, pero también está presente en la evaluación.
En el momento en que condicionamos el aprendizaje a un número (tienes 10, 9, 8, 5, 0, etc.), enseñamos a nuestros estudiantes (de manera inconsciente) que aquí lo importante no es lo que aprendiste y el cómo lo aprendiste... ¡Sino pasar!. Después no debe extrañarnos escuchar de la boca de aquellos a quienes pretendemos enseñar decir -Lo importante es pasar, con lo que sea, pero pasar-. Asignar una calificación a los estudiantes, desvirtúa por completo el fin de la educación... ¡APRENDER!.
En mis clases, jamás he dado una calificación. Al principio los niños se sienten un poco confusos, pues la costumbre de ver un número que les indique si están en la cima o en el abismo no es algo que se olvide de la noche a la mañana, sin embargo en las siguientes sesiones se sienten mucho más cómodos y participan con el deseo de aprender y no de pasar. No niego que existan aquellos que se sienten más seguros al ver un número, pero sin duda los estudiantes con peores calificaciones se sienten mucho más aliviados.
En las asesorías que doy son ellos quienes se evalúan, generando así un entorno de confianza y honestidad consigo mismos. Para ello los estudiantes llevan consigo un bicolor o algún otro color que les guste, cuando se resuelven las operaciones o ejercicios en la pizarra ellos palomean o tachan su cuaderno conforme a sus resultados obtenidos, encerrando en un círculo los errores y anotando abajo el resultado correcto. Al hacer esto, ellos mismos pueden observar cuáles son los errores que más cometen y así no volver a caer en ellos. Es finalmente de los errores de donde se aprende, pues un experto no es aquel que ha hecho bien las cosas todo el tiempo, sino el que más equivocaciones ha cometido (ahora ya se sabe qué no hacer).
Aquí no importa el número de aciertos o errores, sino el avance que se está teniendo en los aprendizajes (no se suman las palomitas ni las tachitas). Los estudiantes se dan cuenta de que no sirve de nada copiar resultados, pues lo que importa no es tener una calificación, sino entender lo que se hace porque tendrá o tiene una utilidad en sus vidas. La mejora en mis estudiantes con este método es impresionante, niños y jóvenes que en su momento fueron etiquetados como lo peor, muestra signos de mejoría muy buenos en poco tiempo además de una mayor confianza, motivación y disposición para el aprendizaje.
Es importante que no asignes tantos ejercicios como tarea, ya que si dejas arriba de 5 los estudiantes se muestran indispuestos a hacerlos, además de que termina por convertirse en una perdida de tiempo con nuestros estudiantes al momento de revisar tanta tarea (sin mencionar la cantidad de estudiantes), tiempo que estaríamos mejor invirtiendo en observar cómo trabajan nuestros estudiantes, apoyándolos cuando tienen dudas o haciendo cualquier otra actividad lúdica.
Te invito a hacer la prueba con tus estudiantes y cuéntame tu experiencia con ello. Recuerda que lo más importante no es dejar ejercicios para sumar "puntitos" y convertirlos en una calificación, sino para practicar y observar el avance de nuestros educandos, pues lo que se evalúa no es si van a clases o no, si hicieron tarea o no, sino SÍ están aprendiendo o no (aunque no sea dentro del aula).